Dannen
Shoherty se dirigía a grabar su nuevo telefilme ‘Durmiendo con el Demonio’, en
el que interpreta a Rebecca Dubrovich, una joven enfermera proveniente
de California, que se enamora del millonario Dick Strang. Inician una relación, hasta que descubre
que es un mentiroso, sádico e infiel, por lo que termina con él. Strang en venganza la comienza
a acosar, hasta que contrata un sicario para que la mate. No logra su
propósito, pero queda parapléjica a causa de los disparos. En este estado tiene
que luchar por que Dick sea condenado y hace un tratamiento para poder volver a caminar, en donde conoce al doctor Jerrold Petrofsky quién la
acoge y ayuda. Finalmente Dick es arrestado por fraude en pasaportes, ella vuelve a caminar, logra el sueño de correr una maratón y se casa con el doctor Petrofsky.
Lo que es un
día normal y corriente en su vida de estrella mediática e icono juvenil, vaya.
Fue entonces
cuando, pensando en sus cosas de famosa, un autobús le pasó por encima. Había
cruzado la calle sin mirar, algo comprensible ya que era el mundo el que la
miraba a ella y no al revés. Mientras Dannen yacía malherida en medio de la
carretera pudo observar como alguien se alejaba de la multitud que su atropello
había causado…
… esta persona
era la veinteañera María Laura Forradini Calomir, a la que se la bufaba a quien
habían atropellado y por eso siguió su camino.
MaLa había
nacido en Venezuela, pero al poco tiempo su familia se había mudado a
Gibraltar, donde desde pequeñita se había interesado por el mundo de la música.
Su mayor sueño era llegar a convertirse en una cantante internacional y poder
sacar dobles-singles en español y en inglés con un título como “Quinta Dimensión/Life’s
an Equation”. Y por eso no se interesó por la petarda que acaban de atropellar,
tenía cosas más importantes en las que pensar, como la entrevista que tenía en
veinte minutos con una discográfica.
Lo primero era
buscarse un nombre artístico. Maria Laura era demasiado largo, y MaLa enviaba
el mensaje equivocado. Quería un nombre imponente que representase lo que era
ella y sobre todo, sus cartucheras que tantas cosas buenas le habían dado, como
aquella vez que tuvo que ir en autocar desde Gibraltar a Barcelona y no se le
durmió el culo ni nada después de diez horas de viaje.
En cuanto llegó
al edificio de la discográfica, como una epifanía se le vino el nombre perfecto
a la cabeza “¡LLENOA!” pensó, “como la diosa griega de los culos gordos”. Pero
hasta aquí su buena suerte.
Durante la
reunión con el productor no tuvo ocasión de insinuarse porque sus canciones
eran demasiado malas, así que después de casi 14 minutazos allí, se marchó a su
casa a prepararse para la actuación que tenía esa noche en un bar de la zona
marginal de la ciudad.
Mientras se
depilaba en su casa pensó en el repertorio para esa noche. Aunque no sabía
inglés iba a cantar alguna de las Spice Girls, que gustan a todo el mundo, y
para terminar la actuación, una de Rocío Jurado. Todavía no sabía cuánto le
iban a pagar, pero peor sería quedarse en casa. Quizá entre el público esa
noche habría algún productor que la ficharía, o por lo menos un maromo de
Almería con el pelo rizado que calentase su cama y la obligase a dejar los
chándal de felpa que tanto le gustaban por su confort y elasticidad.
Y así nuestra
heroína vestida de diva de arriba a abajo – purpurina en el escote incluída –
se dirigió a su debut en directo para deleite o pesar de la gente que estuviese
en aquel bar de mala muerte. Llenoa había nacido, y nadie podía pararla. (Bueno,
la Guardia Civil una vez de camino allí por saltarse el límite de velocidad sí
la paró, pero después de eso, NADIE).